Tembló el puerto, las luminosas estrellas artificiales encandilaron gemidos de libertad. Olas de gran envergadura generadas por vientos ancestrales y guitarras de fuego, quemando sentidos. Todos estos hechos sucedieron durante dos noches en Playa Cavancha de Iquique, en medio de la arena y la brisa marina hicieron que lo cotidiano se transformara en aullidos rebeldes, sinceros y consecuentes.
El rock acarició a los antepasados, tribus de changos que arropaban sus cuerpos con piel de lobo marino, alimentándose de los recursos que las aguas otorgaban y sus intercambios producían, ahora se transformaban. La piel es la música y el intercambio son las ideas de jóvenes que quieren expresar libremente su felicidad, descontento o simplemente su lucha social. La piel de las bandas iquiqueñas que se congregaron posee un paradigma común, abrir espacios para desarrollar arte popular. ¡Y que mejor espacio que la playa y su mar infinito! Acordes reclamando el derecho que tiene el ser humano de expresar lo que incómoda, lo que se hace necesario.
También y como en todo se deben dar aplausos. Primero, a todas las bandas que se la jugaron por estar justo donde la historia les propuso. Segundo, a quienes organizaron de manera impecable el evento, hijos de una generación que no se rinde ante las bondades de la Sargento, pues La Pimienta fue sin duda el mejor condimento. Otro hecho particular, todas las bandas de Iquique querían estar, y eso si que se agradece, pues ojala tuviésemos un inmenso teatro para realizar más y mejores espectáculos. La energía también fue principal, los medios locales especializados, también penetraron y todos unidos esperanzados cantando en medio de la bruma cavanchina ¡REVOLUCIÓN ROCK EN NUESTRO PUERTO AMIGO!
Fotos: Gentileza Pasas al Rock
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