¿Qué aprendiste de ese cuento maravilloso, que más de alguna vez te leyeron en una noche de tu niñez?, yo siempre pensé que nada, que era un cuento sin moraleja o que simplemente Walt Disney nos había engañado con eso del príncipe azul.
La Cenicienta, aquella dulce niña llena de virtudes, que su madrastra maltrató por tantos años, hasta que llegó el día en que sus sueños se hicieron realidad, y apareció el príncipe azul a rescatarla de tantos años de soledad. A los 7 años pensé que la vida era esperar que tu destino llegara solo, y que tal vez el príncipe azul recibiría mi dirección por correo o por mail, pero que era eso, lo que realmente Cenicienta nos quería decir.
Cuando una mujer va quemando etapas en su vida siente la necesidad imperiosa de mirar atrás, de revisar sus errores y su pasado, de ver sus aciertos y sus desaciertos, de sentir que algo evolucionó, y que mira desde un peldaño más arriba. Pero ¿qué pasa cuando a los 30 te sigues sintiendo como una Cenicienta?, ¿que pasa cuando sientes que no has jugado por miedo a equivocarte, y que tus grandes fracasos partieron por qué ni siquiera comenzaste?. Evolucionaste, creciste, subiste un peldaño de la vida, pero no en la escalera que soñaste. En ese minuto me enteré que me había alejado del cuento, que en algún minuto de mi vida no había entendido el concepto y que había crecido en un camino diferente, que había cumplido el sueño de otros y no los propios. Cumplí muchas metas, pero nunca me detuve a pensar si eran realmente mías, y si lo pensé en algún minuto, no tuve la fuerza de enfrentar las situaciones o de retomar el rumbo.
Cuando estaba en el colegio, tuve una compañera con la cual no fuimos grandes amigas pero hoy ella goza de mi total admiración, estudiante brillante que estudió lo que sus padres soñaron en la universidad que sus padres escogieron, en la ciudad que sus padres pensaron, así se forjó una nueva profesional consumida entre el stress y el café, de una capital que le desagradaba cada vez más. Con un cargo envidiable y un sueldo impensable, que más podía pedir esta joven ingeniera. Ella pedía vivir sus sueños, ella pedía bajar su escalera y subir sus propios peldaños, sus sueños se llenaban de escenarios y de bailes, de arte y cultura. Así lo hizo, un buen día sus fotos de facebook cambiaron, y no me refiero precisamente al cambio de traje por atuendos de bailarina y un despampanante cabello rojo, sino que simplemente a su sonrisa; ahora aquella chica muestra su bella sonrisa mientras baila en escenarios de Buenos Aires, con su príncipe azul que lo encontró entre medio de su propia escalera.
Si eres una Cenicienta a los 30, atrapada en sueños incumplidos, o atrapada en sueños ajenos, debes saber que lo más difícil no es cambiar de escalera, sino bajar primero en la que estás, para luego subir la que escogiste; lo que te quiero decir es que lo difícil es el cambio, lo difícil es enfrentarte a ti misma y a tus miedos, pero no es imposible, en algún minuto de la vida pasará, y si no fue a los 20, bueno, no esperes más, que no pase de los 30.
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