La Chica de la Capa Roja

AMANDA SEYFRIED (“Querido John”, “Cartas a Julieta”, y…¡Vamos! No es primera vez que escribo de ella en tu sitio favorito; plandevuelo.cl) vuelve a la cartelera nacional con “La Chica de la Capa Roja”, versión gótica del clásico cuento creado por Charles Perrault, en donde da vida a Valerie.

La cinta dirigida por Catherine Hardwicke (“Crepúsculo”, 2008 / “Los Amos de Dogtown”, 2005 / “A Los Trece”, 2003), escrita por David Johnson (“La Huérfana”, 2009) y producida por Leonardo DiCaprio (bueno, es el nombre más reconocido de la larga lista de productores que aparecen en los créditos) gira en torno a una comunidad que vive atemorizada por la llegada del Lobo en plena Luna de sangre.

Todos son sospechosos, asegura el Padre Solomon (Gary Oldman), el poco ortodoxo cazador de lobos. ¿Será Valerie? ¿Su Abuela (Julie Christie, “Lejos de Ella”, “Nueva York, Te Amo”)? ¿Peter (Shiloh Fernandez, las series “Gossip Girl”, “United States of Tara”)? ¿Henry (Max Irons, hijo del actor Jeremy Irons y la actriz Sinéad Cusack)?

Sé quién es…Pero no lo revelaré en esta columna, y tampoco lo encontrarás en el libro escrito y publicado  después del estreno de la película (pues la historia es un guión original de David Johnson).

 

CAPÍTULO 4

PETER sintió náuseas al ver que Henry Lazar tenía sus horrorizados ojos fijos en él. Lo mismo que sucedió aquel día, tantos años atrás. Tuvo que marcharse antes de que Henry volviera a emerger del agua. Encontró una excusa; dijo a los hombres que debían ayudar a levantar el campamento de las mujeres.

¿Por qué había regresado a la aldea? Durante muchos años, Peter había evitado Daggorhorn,  el lugar del horrible accidente.

Remachaba una estaca y la hundía inmisericorde en la tierra, un ritmo que le servía para ordenar sus pensamientos. Había algo en Daggorhorn que siempre le había llamado, se recordó a sí mismo, pero sentía miedo de encontrarse allí. Con ella. Cuánto la amaba su memoria.

No eran más que críos. Mejor preservarla como había sido, guardarla a salvo como una piedra lustrosa.

Al llegar en el carro, el camino se le hizo a Peter como si se hallase en un sueño, movido por una fuerza irresistible a avanzar hacia el pueblo que una vez conoció tan bien.

Qué extraño que todo ante sus ojos, cada árbol, cada nimio recodo del camino, le recordase a la misma niña, la de los enormes ojos verdes. Y allí estaba ella, inmóvil.

Hermosa. Una belleza tan potente que casi dolía.

Pero evocaba recuerdos de un pasado que había decidido olvidar.

El cuerno sonó procedente de los campos para poner punto final a la memoria. Era hora de regresar al trabajo.

“¿Por qué he vuelto?”.

-Peter…

Él se irguió, la espalda hacia ella como un muro. Entonces, lentamente, giró la cabeza y se encontró con sus ojos. Su mirada rasgó a Valerie como un cuchillo.

Antes siquiera de poder contenerse, le preguntó:

-¿Te acuerdas…?

Él avanzó un paso hacia ella. Valerie sintió el calor que se avivaba entre los dos.

-¿Cómo podría olvidar?

Ella sintió la flaqueza de la alegría.

Peter mantuvo su mirada un momento más antes de darle la espalda y alejarse. Desde su atalaya en el carro, Valerie observó cómo desaparecía entre los árboles.

(Del libro ‘La Chica de la Capa Roja’, Editorial Alfaguara. En Librerías).

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