Hace poco comenzó La Gala del humor en un canal abierto; evento por lo demás muy esperado; que generó y suscitó la expectativa del people meter chilensis, ya sea por la novedad, o ya sea por la polémica que generó en su etapa de gestación.
Es en ese punto en que se pretende desarrollar esta columna…
Hay que contextualizar el programa. Un grupo considerable de humoristas presentados en una velada de gala por Eduardo Fuentes, quien las oficia de maestro de ceremonias, público selecto, muchas luces, espectacular set y mucha publicidad entre medio.
Este es el escenario del programa; el que en su primera emisión tuvo a un viejo conocido, quizás demasiado conocido como lo es Álvaro Salas, sí, el mismo de memorables programas como Viva el Lunes o Vértigo – en dupla con Lucho Jara… sí, Lucho Jara-, un humor ya típico, que si bien entretiene un par de minutos, se cae y se vuelve burdo, rebuscado y lleno de lugares comunes. De refilón, al inicio del programa, el animador comenta que “le pidieron cambiar la rutina”, hecho que no pasa desapercibido para un humorista que lleva más de 25 años contando los mismos chistes; El Rey del chiste corto le gritan por ahí.
No es que Salas sea un mal humorista o galleteado; sino que el horno, hoy por hoy, no está para bollos. El país cambió y eso no es para nadie un misterio. Ya no nos entretiene al 100% un capítulo del Jappenin’ con Ja, ese humor con resabio a Dictadura que transmitía TVN, aludiendo implícitamente a una vulgar copia del por entonces naciente SNL (Saturday Night Live) en el país del Norte.
Los viejos estandartes del humor ya no son grito y plata en Viña del Mar, más de alguno pasó vergüenzas y penas; como si fuera poco, hasta la vulgaridad con sabor a humor de Morandé con Compañía tuvo que re-inventarse; pasando de ser la imagen contemporánea de un circo medieval, a un programa que casi mostraba una escuela de teatro o comedia en su estilo más puro.
Coco Legrand aún es entrada, plato fuerte y postre, pero ya no prende con chistes contra Evo Morales, con la del Padre de familia pudiente; que no representa a más del 80% de los jefes de hogar que viven con el mínimo; El Coco murió de manera ostensible en su humor con la llegada de la Crisis Asiática… sus nexos no le dejan ver el bosque con sus nuevos (¿?) espectáculos referidos al escenario político.
Muy pocos le apostaron a Jorge Alís en Viña…
Si bien el Club de la Comedia reventó el medidor de audiencia – por lo menos en su primera temporada en tele abierta- traicionó sus orígenes. La traición ha sido el hilo conductor del último bastión de humor que se veía llegar. Primero en Vía X y la jugada mal hecha por su productor y amigo; luego la partida a Chilevisión y posteriormente la desvinculación de rostros femeninos luego de cocinar a puertas cerradas argumentos ególatras y mal habidos para ser espetados por los medios.
El fenómeno del Stand Up Comedy golpeó fuerte las puertas de un Chile que se asomó a mirar como de reojo luego de años de chistes cortos, gente joven, inteligente, sacó a patadas la etiqueta que rezaba al Stand Up como humor de plaza Italia para arriba. José Miguel Villouta, Jani Dueñas, Paloma Salas, Natalia Valdebenito, Felipe Avello – nuestro propio Andy Kauffman – se tomaron los tugurios de Santiago y junto a otros jóvenes talentos están comenzando a mostrarnos que podemos reírnos de algo más que del chiste del tartamudo.
Chile se animó a gritar “Sin Censura” hasta el cansancio cuando aparecía la peluca rosa con su mascota y su fiel amigo cartero en un canal pequeño; donde paradójicamente Eduardo Fuentes inició esta nueva etapa del humor en televisión. Viña del Mar fue testigo mudo de como un argentino reventó a la audiencia con ingenio y talento desbordante. ¿Será que nos cuesta darnos cuenta que hemos cambiado y que ya no nos dan risa las mismas cosas?
El tarro de Willy Benítez no tenía gracia alguna, en serio…
A poco andar, ya sabe el chileno que no quiere más chistes burdos; aunque sabemos que gente como Los Atletas de la Risa la van a romper luego en esa gala del humor. Una vez más los medios de comunicación intentarán crear realidad; aparente, básica y vulgar, en aras de mantener contento al público C3. ¿Se nos subestima? ¿Se nos cree tan frugales como para presentarnos a un tropel de cómicos sin más argumentos que chistes repetidos y apelando a la grosería barata como acto de rebeldía inmaculada?
Pocas fichas a la gala del humor; más suena a proyecto rebuscado de un Eduardo Fuentes que manotea espacios en un canal que pierde fuerzas; un canal que muestra a un tremendo conductor en programas basuras y que tiene que hacer de lobbysta prometiendo el oro y el moro para atraer a un grupo de humoristas venidos a menos a contar chistes y ser graciosos a través del cuadrado catódico; queriendo una vez más conquistar a una audiencia que espera un poco más que tetas, potos y enanos de circo pobre.