La Tirana ya tiene su “Museo de la Vivencia del Norte Grande”

Conocer las raíces más profundas y ancestrales de los bailes religiosos que danzan en el norte, de lo que significa la historia del Santuario de La Tirana y su fiesta a la Virgen del Carmen al mostrar parte del patrimonio religioso que ella contiene, es lo que permite el Museo de La Vivencia Religiosa del Norte Grande, a cada visitante que lo recorrerá.

Ubicado en un subterráneo, más bien, debajo del ala este del propio Santuario de La Tirana, se encuentra el nuevo espacio creado y habilitado por la comunidad del poblado, que da vida a un museo que mezcla conceptos modernos con la riqueza patrimonial que contiene la festividad.

Se trata de 342 metros cuadrados de edificación, que exhibe cerca de 200 piezas distribuidas en tres áreas y que tiene entre sus objetivos el contribuir desde su rol social al reconocimiento de la legitimidad de la expresión religiosa de carácter popular del pueblo nortino. Así fue destacado tras la ceremonia de inauguración, realizada recientemente en las afueras del museo, la que contó con la presencia del Obispo de la Diócesis de Iquique, Guillermo Vera, representantes del Centro Cultural y Social “Ayuda a la Iglesia Santuario del Carmen de La Tirana” que preside Irma Vera, entidad que desarrolló la iniciativa, el alcalde de Pica Miguel Nuñez y el concejero Iván Pérez, además de los concejales de Pozo Almonte, Mario Callasaya y María Isabel Palma, junto a ejecutivos de Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi, que a través de la Ley de Donaciones Culturales, colaboró en su ejecución.

El nombre del museo explica el origen y concepto del mismo, y es que el espacio permite tomar contacto con la vivencia religiosa del hombre y la mujer nortina, buscando relatar las raíces y los modos que constituyen la expresión de fe del Norte Grande. Su ubicación en el subterráneo representa a la matriz o útero, donde se guarda la memoria de la identidad religiosa, en la que al bajar a las dependencias, da el significado de descender al encuentro con las raíces de lo que ocurre en el hoy con la fe popular nortina, cuya expresión más grande se vive en el Santuario.

La obra, explicó la representante del Centro Cultural Social significa “este trabajo es la suma del esfuerzo de muchos, acá encontrarán un trabajo dedicado, el tallado de las manos de técnicos, restauradores, integrantes del equipo de gestión”.

Asimismo agradeció a quienes colaboraron con su aporte para ejecutar el proyecto en los terca de tres años que demoró el trabajo.

Asimismo el vicepresidente de Sustentabilidad de Collahuasi, Juan Carlos Palma, señaló que el aporte de la compañía se inserta en el compromiso que Collahuasi tiene con el patrimonio de la región, entre los que se encuentra la festividad de La Tirana que cada 16 de julio reúne a cerca de 200 mil personas.
El ejecutivo resaltó la importancia de la obra que permite trascender en el tiempo y para las futuras generaciones una tradición conocida nacional e internacionalmente.

CARACTERÍSTICAS

Las razones sobre las que se funda y justifica la existencia de un museo en el santuario del Carmen de la Tirana, se hallan en la tarea de reconocer, valorar, proteger y defender la identidad cultural nortina, donde lo religioso, con sus costumbres y tradiciones, constituye un elemento esencial.

El lugar está conformado por vitrinas, maniquíes con 23 trajes de bailes religiosos y diversas piezas que dan testimonio del patrimonio, todo ello acompañado con una música compuesta para el museo. Además contiene dos elementos de apoyo que son una guía escrita del recorrido y un sistema de audio, tanto en español como en inglés, apoyados con la exhibición de videos. Está conformada por tres áreas en las que se exhibe las piezas, las que representan solo el 8 por ciento del patrimonio que protege el museo, lo que indica la riqueza cultural que tiene el lugar.

Como todo museo para ser sustentable en el tiempo requiere del aporte de las personas que ingresen al recinto. Para su mantención y orden, durante los días de fiesta, cuando se registra la mayor cantidad de personas en el poblado, se regulará el ingreso al museo, indicando número máximo de asistentes al mismo tiempo. Se podrá sacar fotografía, pero no utilizando flash, para así resguardar los trajes y piezas que se muestran, entendiendo que muchos de ellos llevan años guardados y que para su exhibición se ha requerido el trabajo detallado de la misma comunidad, que diariamente concurrió al lugar para trabajar en la habilitación del museo.

Tal colaboración comunitaria demuestra el trabajo y compromiso de quienes decidieron dar vida al lugar, participando desde el origen con la determinación de la visión, misión, objetivos y definición de lo que se mostraría y por qué. Junto con ello además han participado en otros ámbitos como la elaboración de murales tallados en madera, limpieza de trajes, instalación de maniquíes, etc. Desde que se comenzó a trabajar en la idea hasta la materialización e inauguración del lugar han sido 40 personas aproximadamente las que han trabajo de manera anónima y desinteresada.

El representante del equipo de gestión, Juan Pablo Maturana, destacó que un año y 5 meses demoró elaborar el catastro de las cerca de las de dos mil piezas que mantiene el museo, las que debieron ser fotografiadas, registradas y guardadas como se requiere, labor elaborada por sus integrantes.

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