Te presentamos a los cuentos ganadores de la exitosa sexta versión de Iquique en 100 palabras
Primer lugar
El vuelo
La primera vez que voló, se lanzó por los aires desde los fabulosos cerros de Alto Hospicio; nunca había sentido tanto vértigo. La ciudad de Iquique, en todo su esplendor, se resumió en su mirada, mientras el sol caía por el mar, dando al paisaje un hermoso tinte naranjo. Soñó con volver a volar y, así, de cuando en cuando, se le ve pedir unas monedas a las afueras del mercado Centenario para volarse un ratito, para saltar al vacío hacia quién sabe dónde.
Ellie Álvarez Castillo, 30 años, Alto Hospicio.
Talento infantil
Mi fruta favorita
Terminé de pintar el trabajo de mi fruta favorita y le mostré mi dibujo a la profesora. Ella me puso un siete por mis manzanas, pero yo estaba triste. Llegué a casa con el trabajo en la mano. Mi mamá lo vio y me dijo «qué lindas guayabas, son muy reales» y entonces entendí por qué ella es mi mamá: porque es la única persona que me conoce tan bien para saber que sueño con guayabas asadas, en jugo o sin nada.
Antonia Varela Carvajal, 8 años, Alto Hospicio
Talento Joven
Sin título
Antes del terremoto no me importaba con qué dormía. Ahora duermo casi para un desfile de modas de los mejores piyamas.
Renata Pérez Araya, 12 años
Talento mayor
La cola del Diablo
Los patizorros tomaban el lonche en medio de sus calicheras, la marraqueta de mortadela grasosita o milanesa con huevo, la choca de té chino en la botella forrada con alambre de explora. La conversa es sobre las colas del Diablo y quién ha tenido la mejor experiencia: «A mí una cola me levantó como cien metros en la pampa y estuve como una semana mareado», cuenta don Isidro. «Eso no es na’», refuta don Jacinto, «yo estaba arreglando el techo, me pescó una cola del Diablo y me dejó con calamita y todo en la otra oficina».
Roberto Rebolledo Sepúlveda, 69 años, Iquique
Limón de pica
La receta decía que debía exprimir cinco limones… Yo exprimí dos y me quedó mejor.
Constanza Garrido Pacheco, 18 años, Alto Hospicio
Mención Honrosa
La chola
Saltaba como chibola para agarrar por las patas a las palomas de la plaza Condell. No le daba remordimiento apretarles el cogote porque pensaba en la seño que la echó al toque por chola. La vieja fea le dijo que le daba cólera su acento pe y que no quería una nana que oliera a llamo. En la pieza del cité, metía las aves desplumadas en un ollón y las sazonaba igualitito que su abuela tacneña. En la calle, las voceaba como «manjar del Rímac», para quitarle la tristeza a los iquiqueños lisurientos.
Pedro Marambio Vásquez, 54 años, Iquique
Mención Honrosa
Mi mejor estrategia
Practiqué durante meses la estrategia perfecta para hablarle. Era noche de carnaval en la ciudad. Entonado por un vino con guayaba me acerqué a ella, convencido, y le dije: «Oye, ¿me dices la hora?». Ella sonrió con sus ojos negros como aceitunas del agro y me dijo: «Tonto, en el cerro pusieron un reloj gigante». Y se perdió en una nube de challa y harina.
Marcelo Espinoza Pérez, 37 años, Iquique
Mención Honrosa
Microficción
Como todos los días, la colombiana hacía parar la micro número 10 de la línea 33 Iquique-Alto Hospicio. Ocupaba el asiento al lado del chofer, cruzaba las piernas, sacaba su espejito de mano y se iba acicalando durante todo el recorrido. Al final del viaje, sonrisitas de por medio y hasta mañana. En su cabeza de micrero viejo ardían mil historias de pasión. Pero él era un caballero: jamás se atrevería a cobrarle el pasaje.
Jaime Ceballos Sanquea, 57 años, Iquique