Alicia Scherson y Cristián Jiménez, dos de los directores más aclamados del cine chileno, han unido fuerzas para adaptar a la pantalla el cuento Vida de familia, de Alejandro Zambra.
La película –cuyo guión fue escrito por el mismo autor- aterrizará en salas chilenas este 26 de enero. Además, participará de la competencia internacional en la próxima edición del Festival de Cine Sundance 2017.
La historia se centra en Bruno, Consuelo y Sofi, quienes forman una familia moderna que se cree feliz. Cuando parten una temporada a Francia, dejan encargada su acogedora casa y su querido gato a Martín, un primo lejano al que apenas conocen. “Siéntete como en tu casa”, le dicen, sin imaginar que Martín se lo tomará al pie de la letra, inventándose una nueva identidad y construyendo allí su propia vida de familia.
El relato en el que se basa la película forma parte del libro Mis documentos, publicado por Alejandro Zambra en el año 2014.
Vida de familia cuenta con las actuaciones de Jorge Becker, Gabriela Arancibia, Blanca Lewin y Cristián Carvajal.
“Comenzamos a pensar en una película más doméstica”
Alicia Scherson cuenta: “Con Cristián estábamos saliendo de dos coproducciones internacionales complejas. Yo estaba embarazada y me planteaba cómo iba a hacer mi siguiente película después que naciera mi primera hija. Me había mudado recién a una casa en Barrio Yungay, y conversando con Cristián en mi casa, comenzamos a pensar en hacer una película allí, más domestica, con los amigos, más ligera. Queríamos volver a una producción más liviana, acotada en ese espacio y armada de un modo más cooperativo”.
Fue entonces cuando apareció el cuento de Zambra. “Nos pareció perfecto”, recuerda la realizadora. “Ocurre en una casa y apela justo a nuestra generación, en torno a los 40 años, que se plantea la idea de familia, como desafío, como anhelo, como amarra, como peso, es decir en toda su contradicción. Coincidió que el propio Zambra tenía ganas de hacer una película con el cuento y se ofreció a escribir el guión. Sumamos a dos amigos productores, Carlos Olivares y Fernando Bascuñán, todo de un modo horizontal y asociativo. Con ese espíritu armamos una empresa ad-hoc: Peso Pluma, que convocó a técnicos y actores a este proyecto potente pero ligero, como sugiere el nombre de le empresa”.
Cristián Jiménez agrega: “Cuando le propusimos a Zambra hacer la película con el cuento, él se sorprendió mucho porque, según él, nos había propuesto la misma idea a ambos por separado antes incluso de que se convirtiera en un cuento dentro del libro. Pero ninguno de los dos nos acordábamos, porque nos los había propuesto en medio de una fiesta”.
Según Scherson, el proceso de trabajo junto al escritor implicó: “largas reuniones de conversación sobre todo, mucho blabla, comida y vino, en las que se mezclaban los aspectos más técnicos de la escritura con los temas que nos afectan directamente: armar o no familia, el peso y la ligereza de tener 40 años. También la mentira como dispositivo dramático y sus posibilidades”.
Jiménez añade: “En un momento incluso consideramos la posibilidad de que Zambra dirigiese y, de hecho, dirigió una escena. Finalmente, además de escribir el guión y actuar un rol secundario, opinó en igualdad de condiciones con nosotros sobre el casting y terminó a cargo de realizar el making off. Para mí fue un rodaje especial además, porque es la primera vez que hice una película íntegramente en Santiago, que es por lo demás una ciudad en la que he vivido durante muchos años y de la cual me despido junto con el estreno de la película”.
Scherson cuenta que el rodaje “fue relativamente corto, 3 semana y casi todo dentro de mi casa, con un equipo de 15 personas y diferente a nuestros colaboradores habituales. Se mezclaba la utilería de los personajes con nuestras cosas personales, las frases, el whisky falso con el real. Fue cómico y también muy interesante porque había muchas capas de lectura de lo que pasaba. Mi hija fue una especie de mascota además: pasaba de brazo en brazo, yo podía parar de filmar para irle a dar la papa y Cristián me reemplazaba. En la mañana, todos tenían que estar en silencio hasta que la guagua se despertara. Al final le hicimos un Cameo”.
Para Jiménez “fue definitivamente un rodaje mucho más ligero que los anteriores que habíamos realizado los dos y muy placentero. Una película hecha sobre todo con las ganas de filmar. De hecho, le pusimos Peso Pluma a la productora que formamos en relación a ese espíritu«.