Escriben llamativas frases y palabras, dibujan y pintan a su estilo y velocidad; cortan, cosen a máquina, y estampan telas. Todo esto y más son capaces de realizar un grupo de jóvenes tarapaqueños con diversidad funcional cognitiva quienes, gracias a la formación y acompañamiento brindada por los artistas que integran el laboratorio Barquito de Papel, co-crearon una original de línea de diseño la cual sueñan con que se posicione en la región.
Según indicó Andrea Bornardd, directora del laboratorio de diseño comunitario Barquito de Papel, el trabajo alcanzado con estos jóvenes es un llamado de atención al conmemorarse, este 3 de diciembre, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, ya que ellos son una clara demostración de que, en un espacio seguro, con acompañamiento en procesos formativos, adecuación de metodologías y relaciones de proximidad, pueden crear y producir como cualquier ser humano.
“Mediante este espacio fomentamos la inclusión social de jóvenes con diversidad funcional a través del trabajo colaborativo, la exploración artística y la producción de una línea de diseño de autor, cargada de valor estético y de gran impacto social. Cuando hablamos de tener una sociedad inclusiva, se requiere pensar en iniciativas que promuevan la participación social, la formación y la ocupación laboral de estas personas, y eso estamos haciendo en Barquito de Papel”, expresó.
Respecto al motivo por el cual emplean el término diversidad funcional en lugar de discapacidad, la máster en Mediación Artística de la Universidad de Barcelona sostuvo que, si se analiza esta última, se comprendería que significa sin capacidad, un término negativo que evidentemente discrimina. “Nosotros incorporamos el concepto planteado por la comunidad virtual Foro de la vida independiente y que apunta a que todos los seres humanos somos diversos funcionales en distintos grados, lo que nos permite igualarnos en derechos y en deberes, y, por tanto, todos deberíamos tener la misma posibilidad de participación social”, puntualizó.
Para Daniela Contreras, una persona especial —término se suele usar como sinónimo de discapacitada— es alguien amorosa y gentil, más no incapaz o limitada como es la connotación que se le da en la sociedad hasta la actualidad. Ella es amante de las manualidades y su herramienta favorita es la máquina de coser por lo que cuando debe poner manos a la obra para elaborar estuches y llaveros, es feliz. No le tiene miedo y se atreve a ensartar el hilo, hacer dobleces y presionar el pedal para coser. “Mis papás se ponen felices de mi trabajo”, expresó.
Como ella, otros 9 participantes, en su mayoría mujeres, cada semana sorprenden con los trabajos que realizan en los talleres, todos bajo la línea del diseño que han creado colaborativamente con los artistas del equipo quienes, además de guiarlos, se encargan de armar con cada palabra, dibujo y pintura, un resultado único.
Por estos días el equipo de Barquito de Papel ya se prepara para una exposición de sus nuevas creaciones, expresiones artísticas que ayudan a evitar mecanismos de normalización y darle valor a lo diverso para romper estereotipos asociados con personas vulnerables, dependientes o limitadas. Esta iniciativa cuenta con financiamiento del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (Fondart) de la Seremi de Las Artes y la Cultura de Tarapacá.